Entradas

Miedo: ¿Protección o cárcel imaginaria?

Como toda emoción básica, el miedo es netamente biológico, fugaz y está al servicio de tu supervivencia, aunque también puede frenar tu evolución… Por eso, vamos a explorarlo para que puedas darte cuenta de cuándo deja de ser una protección ante el peligro real para transformarse en tu propia cárcel imaginaria.

 El miedo es esa sensación de angustia que se produce cuando percibís una amenaza, depende de tus experiencias vividas, de los recursos que tengas o creas tener para evaluar si determinada situación es amenazante y de tu pre-ocupación con respecto a lo que todavía no ocurrió…

Si bien el miedo es universal, ya que vos, al igual que todos los seres vivos, alguna vez has podido sentirlo, también se caracteriza por ser relativo ya que su intensidad depende de cada uno. Es ilógico porque escapa a la razón y porque aun sabiendo que ese miedo es infundado, lo sentís en el cuerpo. Además, es inapropiado, porque pareciera que en nuestra sociedad no se puede reconocer el “tener miedo” y, por último,  como toda emoción, es contagioso, basta con que alguien en determinado lugar sienta miedo para que a quienes estén a su alrededor les pase lo mismo.

El miedo tiene una particularidad, en su forma más básica, tiene que ver con la existencia, se despliega ante situaciones que enfrentás en el vivir y también en la perspectiva del posible morir…

 ¿Qué queremos decir con esto?

Por un lado, el miedo al fracaso, al no aprovechar la propia vida en toda su magnitud impacta en tus niveles de compromiso con el ponerte en acción para conseguir tus sueños, para entablar vínculos duraderos, tiene que ver con el sentirte lo suficientemente competente como para atravesar las exigencias de la vida. Según tu interpretación al respecto, la huida puede ser una salida… pero también puede serlo el ataque, la defensa a ultranza por el miedo a sufrir que, en definitiva,  te priva de la posibilidad de crecer y vivir plenamente

Por otro lado, en cuanto a la necesidad de seguridad y control, que podemos traducir en evitar el riesgo y sus posibles consecuencias,  con respecto a la muerte propia y a la de la gente que querés, se caracteriza por ser extremadamente limitante. Si además, le sumás la resignación, te creás la excusa perfecta para no vivir oportunidades, experiencias y, en definitiva, te replegás de la vida…

De todos modos, no podés dejar de reconocer que, en determinadas circunstancias, el miedo es saludable. ¿Cuándo? Cuando te avisa de una amenaza, una situación de emergencia y  activa los mecanismos de supervivencia, como enunciamos antes de fuga o ataque, entonces, todo tu cuerpo se prepara para esa acción.

Ahora bien,  ¿cuándo creés que no es saludable?

Cuando vivís en una situación de ansiedad continua, cuando tu mente crea amenazas, no tolerás la incertidumbre por lo que podría pasar,  te anticipás a lo que todavía no ocurrió, te vas metiendo de a poco en una jaula de terciopelo con barrotes bien firmes que creés que te protege de todo, aunque no te protege de vos…

Considerado que tu cuerpo no está preparado para soportar altas dosis de adrenalina durante largos períodos de tiempo, es probable que afecte tu salud,  desencadenando estrés crónico, hipertensión, cefaleas, náuseas, mareos, insomnio, problemas de visión temporales, irritabilidad, problemas cardíacos e incremento de la glucosa… Y esto sucede porque el miedo es la emoción que más presión interna produce y la que orgánicamente podés aguantar durante menos tiempo.

Por último, también puede pasar que el miedo te permita ocultar la verdadera emoción que no te permitís sentir, entonces, si bien no hay una amenaza concreta, la inseguridad y la ansiedad por la posibilidad de que, por ejemplo, tu enojo, tristeza, inseguridad o vulnerabilidad puedan dañar tus relaciones con los otros, te da la ilusión de “protegerte” de la inevitable exposición…

Recordá que el miedo no siempre surge ante un peligro real, sino ante “algo” que Vos percibís como tal.

Si querés Volver a Volar, te invito a preguntarte, ¿cómo está tu jaula, hoy?…

Pilares de la Inteligencia Emocional

¿Qué es la Inteligencia Emocional?

Tal vez te pase que asocies el término inteligencia con lo netamente cognitivo, o sea, el conocimiento científico, lógico, académico y  el coeficiente intelectual, sin embargo, para el psicólogo Daniel Goleman existe un aspecto de la inteligencia que se suele pasar por alto al que llama inteligencia emocional. Este implica la capacidad que tenés para comunicarte con efectividad con los demás y con vos mismo y para reconocer y gestionar tus emociones.

En síntesis, se trata de tu habilidad para usar tus emociones como una herramienta fundamental para guiar tus elecciones ya  que, como mencionamos en artículos anteriores, al ser predisposiciones para la acción, además de ser fuente de información acerca de tu sentir y resentir, te dan la posibilidad de vivir con mayor plenitud.

Para empezar, es importante que sepas que esta habilidad puede ser innata o también aprendida para lo que es necesario que a tus emociones les des la bienvenida,  las vivas y no las reprimas ya que hacerlo significa desconocer una función biológica (venís de fábrica con una interface emocional), además de  aumentar el estado de tensión, dificultando el equilibrio natural de tu organismo.

Dado el alcance de este tema, no solo para la toma de decisiones sino también para la construcción y el mantenimiento de relaciones en tu vida, vamos a poner el foco en los pilares sobre los que se asienta la Inteligencia Emocional:

  • Comprender tus emociones … saber sentir lo que sentís

Se refiere a prestar atención a tus propias emociones desde la honestidad y la coherencia entre lo que pensás, sentís y hacés. Dado que tienen un componente mental (pensamientos, actitudes y creencias) y uno corporal (sensaciones físicas que desencadenan), conocerlas y comprenderlas te permitirá gestionar tus respuestas emocionales de un modo más provechoso para vos.

  • Gestionar tus emociones… saber usarlas

Para poder, por ejemplo, canalizar la emoción de una manera más constructiva, elaborar interpretaciones más generadoras con respecto a vos, a los otros y a las circunstancias y situaciones de la vida  para así  evitar implosiones (lo que no expresás) y explosiones (secuestro emocional) emotivas que impactan directamente en tu salud y en la calidad de tus vínculos.

Expresarlas sanamente, haciéndote cargo de tu sentir y de su impacto en tus acciones y relaciones para que puedas compartirlas y hablar de la emoción que tenés sin que la emoción te tenga a vos.

  • Reconocer las emociones de los otros… el otro también siente

La empatía es una de las habilidades más importantes a desarrollar ya que los demás también tiene su propio emocionar. Escuchar y respetar el sentir del otro,  sin interpretar, ni juzgar, ni criticar, sintiéndolo y legitimándolo porque las diferencias entre tu emocionar y el del otro no admiten discusión.

  •  Establecer relaciones… vínculos sanos

Relacionarte con los demás es esencial y puede ser más complejo de lo que pensás, ya que no solo implica interacturar desde el lenguaje y la corporalidad, sino también desde la emocionalidad. Hacerlo de un modo efectivo requiere habilidades sociales  orientadas a concientizar el impacto que la reacción emocional tiene en el vínculo. Y cuando hablamos de vínculos nos referimos no sólo a los familiares y de pareja sino también al mundo de las amistades y de las relaciones laborales.

La inteligencia emocional, entonces, implica desarrollar la capacidad de reconocer las emociones propias y ajenas y la habilidad para manejarlas, de modo tal que puedas mejorar tus vínculos con los demás y con vos mismo y así lograr mejores resultados en tu vivir.

En una escala del 0 al 10  ¿Cuál es tu puntaje de inteligencia emocional?

¿Para qué sirven las emociones?

Puede pasarte que, pasada una explosión emocional (también llamada secuestro emocional), te hagas ésta, a primera vista,  simple pregunta.

Juntos vamos a ver que la respuesta tal vez sea un poco más compleja de lo que, a primera vista, pensabas.

Portadoras de información muy relevante, aparecen cuando tiene lugar algún acontecimiento inesperado, ya sea interno como externo,  sirviéndote para movilizar al organismo y así “reaccionar” rápidamente, según tu interpretación acerca del impacto que ese acontecimiento podría tener en tu vida.

Constitutivas del ser humano, automáticas, etéreas, contagiosas, versátiles,  de diferente intensidad y duración, son una respuesta emocional cuya mayor utilidad es la de ayudarte a afrontar las circunstancias de tu vida con mayor o menor éxito. Sin ellas, te resultaría muy difícil sobrevivir, por ejemplo, si estuvieras ante un peligro y no apareciera el miedo.

Además, implican factores fisiológicos que tienen que ver con el funcionamiento natural de tu cuerpo, factores de conciencia que te permiten  discernir y tomar decisiones, factores de conducta relacionados con tu comportamiento ante situaciones y personas y factores expresivos como las manifestaciones corporales (llanto, escalofrío, sudor) y las expresiones faciales (cara larga, ojos tristes).

Algunas son clasificadas como primarias porque son innatas, naturales, no aprendidas que contribuyen con tu supervivencia (Ira, Miedo, Tristeza, Asco, Sorpresa, Alegría), mientras que otras, extensiones de las primeras e influenciadas por los aprendizajes y los procesos de socialización, se conocen como secundarias.

Además, tienen 3 funciones principales:

  • Adaptativa y de Supervivencia: Al ser veloces, te permiten actuar sin pensar, aunque de manera eficaz, como respuesta a las circunstancias. Por ejemplo, el asco abre al rechazo, la sorpresa a la exploración o el miedo a la protección. En síntesis, te preparan para reaccionar conductualmente a las exigencias del ambiente (acercándote o alejándote) para mantenerte vivo.
  • Motivacional: al predisponerte a la acción, colaboran con la carga de energía que tendrá tu conducta, considerada la interrelación que se da entre los procesos de Motivación y Emoción.
  • Social: al facilitar conductas a nivel intrapersonal (con vos mismo) e interpersonal (con los otros), cumplen un papel relevante en tus relaciones con los demás para, por ejemplo, comunicar estados afectivos, facilitar la interacción social o promover las conductas prosociales. Así como la ira te lleva a defenderte, la alegría propicia el acercamiento.

Si hay algo que consideramos importante para resaltar es el hecho que las emociones no son ni buenas ni malas, ni positivas ni negativas, simplemente, generan estados de bienestar (alegría, gozo) o de malestar (ansiedad, tristeza profunda, impotencia) y que, sin ellas, hoy no te encontrarías donde estás. Te han ayudado a sobrevivir, indicándote cuándo es momento de luchar o salir corriendo, de no comer un alimento porque está en mal estado, de atravesar una pérdida, para vos importante, o de poner límites para preservarte.

Convivir con todas, integrarlas y conocer su funcionamiento te permite contar con una herramienta poderosa para ponerte en acción y lograr tus metas.

Ahora, a vos, ¿para qué te sirven tus emociones?

 

Te invito a compartir tus comentarios abajo. ¡Muchas gracias!

2019: Más, Mejor, Diferente … ¿o Nuevo?

Estás transitando el último mes de este año y pareciera como si, en ese segundo que separa el 2018  del 2019,  todo terminara para empezar todo de nuevo, tal vez repitiendo, mejorando o haciéndolo diferente. Como si en ese segundo te estuvieras jugando el cerrar una etapa de tu vida de lo que ya fue y te encontraras de frente a una hoja en blanco en la que podés empezar todo de cero, aunque en el fondo, vos bien sabés que solo se trata de continuidad…

Llegás a esta altura del año con el cansancio de toda la recorrida que hiciste y, si pudieras ver a este momento como una bisagra, te darías la posibilidad de evaluar lo que te pasó, lo que pudiste hacer, lo que lograste y también ver las cosas que te quedaron (o dejaste) en el tintero: aquel sueño que todavía está en el cajón,  esa conversación con esa persona importante en tu vida que todavía no sabés cómo afrontar, ese cambio laboral que te genera más incertidumbres que certezas, esa decisión que podría transformar tu vida y que, sin embargo, elegiste postergar…

Entonces, te propongo que revises: ¿Qué emociones te trae el cambio de año? ¿Alegría y entusiasmo por lo que va a venir? ¿Temor por la incertidumbre de lo que va o no va a venir? ¿Asombro por lo nuevo? ¿Ansiedad por los siguientes 365 días? ¿Cómo opera en vos este momento de cambio? ¿Cómo operás vos en este momento de cambio?

El pasaje de año te permite regenerar tu energía y concederte la esperanza de renovación y  puede ser que, desde este lugar,  mires hacia atrás solo pensando en lo que fue y elijas que tu 2019 sea más, mejor y diferente a las experiencias pasadas para revivir lo ya transitado, que te es conocido, o que elijas hacer de tu 2019 un año nuevo y memorable…

Hacé tu  balance y mirá el resultado. Éste te va a dar la energía para alzar la copa con confianza y gratitud, sabiendo que tenés tantas oportunidades por aprovechar o para darte cuenta de que llegó tu momento de volver a volar…

Te invito, entonces,  a alzar la copa y a brindar por un año en el que puedas crecer y transformarte, confiar en tus habilidades, aceptar la incertidumbre por lo que está por venir y accionar para lograr tus sueños. Aquí estoy,  para acompañarte a desplegar tus alas …

 ¡Felicidades!

Tu mundo de sensaciones

Ese es el mundo en el que fuiste gestado, naciste y vivís, aunque no seas consciente, y es justamente esta falta de conciencia la que hace que, tal vez, tomes por sinónimos a estos cuatro integrantes de tu repertorio del sentir:

 

SENSACIONES – EMOCIONES – ESTADOS DE ÁNIMO – SENTIMIENTOS

 

Como este tema me parece tan relevante, quiero compartir con vos la información que he ido recopilando a lo largo de los años.

Si bien todos son patrones de respuesta emocional ante diferentes estímulos (internos y externos) también son portadores de información sobre el impacto que esos estímulos tienen sobre vos. Reconocer y hacer consciente esta información es central para el desarrollo de tu propia inteligencia emocional.

Veamos juntos, una simple guía para aprender a diferenciarlos y a tomar de cada uno su parte más generadora:

  • Las sensaciones son la respuesta inmediata de tus 5 sentidos, vista-olfato-oído-tacto-gusto,  ante la recepción de estímulos que provienen desde el entorno. Así como pueden referirse a la esfera afectiva (ganas de llorar), también pueden hacerlo en la intelectual (sentirse perdido).
  • Las emociones operan desde el inicio de tu vida como un sistema de alerta para garantizar tu supervivencia mediante una respuesta reactiva, automática, intensa y breve que, según tus experiencias anteriores, aprendizajes y modelos mentales, se gatilla frente a  una situación (hecho o pensamiento)
  • Los estados de ánimo son tu base emocional, por eso, forman parte del trasfondo desde el cuál podés accionar y son parte de tu identidad, porque, a través del conjunto de acciones que realizás, te constituís como el ser que estás siendo. “El hacer genera ser”
  • Los sentimientos, en cambio, son  la respuesta racional, aunque subjetiva, que le das a cada emoción en base a tus experiencias pasadas.  Su fórmula es: Emoción instintiva, intensa y breve + Pensamiento

Tu mundo de sensaciones es un gran predisponente para tu hacer, relacionarte con vos y los otros  y fluir en la vida. Por eso, cuánto más consciente puedas ser al respecto, cuánto más te permitas “sentir”, “transitar” y “vivir” tu emocionalidad,  mayores serán tus posibilidades de acción.

En nuestros próximos encuentros, juntos vamos a profundizar en este tema vital para vivir la vida con plenitud.

¿Cómo es tu mundo de sensaciones?

 

La ingeniería de las emociones

Desde el Coaching Ontológico sostenemos que el ser humano es el resultado de la coherencia entre sus tres dominios: LENGUAJE-CUERPO-EMOCIÓN, que están en constante interrelación aunque, tal vez,  no seas plenamente consciente de ello.

Desde mi punto de vista, considero que, en general, contamos con poca información con respecto a cómo funcionamos como los seres biológicos que somos y cómo hacerlo consciente para tener una vida más plena.

Las emociones son una fuente de información preciosa y relevante que te permite predisponerte a la acción. Aprender a  leerlas, a vivirlas, a expresarlas y a gestionarlas te abre la posibilidad de intervenir en ellas para acercarte a tus metas.

Notarás, porque las podés “sentir”, que las  EMOCIONES son etéreas,  reactivas,  de corta duración y que son una respuesta ante los estímulos, aunque nacen en un lugar muy material: tu CEREBRO, es más, en una pequeñísima parte de  él, el llamado SISTEMA LÍMBICO.

A veces llamado el “cerebro emocional”,  este sistema está formado por varias estructuras cerebrales que funcionan como un engranaje perfecto (como lo es todo tu cuerpo) que aloja la memoria involuntaria, el hambre, la atención, los instintos sexuales, las emociones, la personalidad y la conducta. O sea que, además de participar en la formación de memoria, es el responsable principal de la vida afectiva… WOW!!!

Como tiene un poder de reacción a los estímulos  externos y al flujo de pensamientos asombroso, interacciona muy velozmente con el sistema endocrino (secreción de hormonas)  y el sistema nervioso autónomo.

Las funciones principales del sistema límbico son la motivación por la preservación del  organismo y la especie, la integración de la información genética y ambiental a través del aprendizaje y la integración de tu medio interno con el externo antes de realizar una acción.

Ahora, te voy a contar muy sencillamente cómo funcionan:

Hipotálamo, por su conexión con la glándula pituitaria y el sistema endócrino, es uno de los más involucrados en la regulación de las emociones.

 Amígdala, su papel principal es el procesamiento y almacenamiento del repertorio de las reacciones emocionales.

Hipocampo, su tarea es la de consolidar la memoria y el aprendizaje.

Nucleo accumbens, tiene una función importante en el placer, incluye la risa y la recompensa, como así también, el miedo, la agresión, la adicción y el efecto placebo.

Corteza Cingulada: participa en la regulación de la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, y en ciertas funciones cognitivas racionales, tales como la anticipación de  premio, toma de decisiones, empatía y emociones

El sistema límbico es como el juez que determina lo que merece ser aprendido y de qué modo ha de ser memorizado,  dependiendo de las sensaciones placenteras o dolorosas que nos produce cada situación.

Para resumir, la motivación biológica por la preservación del organismo y la especie, la integración de la información genética y ambiental mediante el aprendizaje y la integración del propio medio interno con el externo antes de accionar son, como vimos, las principales funciones adaptativas del Sistema Límbico.

Y vos, ¿Cuán consciente sos de tu emocionar?